“Es indispensable una educación en labores ambientales, dirigida tanto a las generaciones jóvenes como a las adultas, y que preste la debida atención al sector de la población menos privilegiada, para ensanchar las bases de una opinión pública bien informada y de una conducta de los individuos, de las empresas y de las colectividades, inspirada en el sentido de su responsabilidad en cuanto
a la protección y mejoramiento del medio en toda su dimensión humana. Es también esencial que los medios de comunicación de masas eviten contribuir al deterioro del medio humano y difundan, por el contrario, información de carácter educativo sobre la necesidad de protegerlo y mejorarlo, a fi n de que el hombre pueda desarrollarse en todos los aspectos”. Estocolmo (Suecia, 1972).
Con este principio acuñado en Estocolmo se sentaron las bases de lo que en origen entendemos por educación ambiental. La preocupación mundial por el medio ambiente es uno de los asuntos que están en el orden de prioridad de todos los gobiernos del mundo. También es asunto prioritario en el Gobierno de Castilla-La Mancha. Educar para conservar nuestro maravilloso legado natural es una obligación y a la vez una invitación a participar en el mantenimiento de todos y cada uno de los espacios privilegiados que han permanecido inalterables con el paso de los años. Educar a los más pequeños en su sentido más amplio significa preparar a los hombres y mujeres del mañana para que puedan enfrentarse contra cualquier vicisitud en la vida, educar medioambientalmente significa además inculcarles de una forma natural y lógica el amor por la naturaleza que nos rodea, por la flora, la fauna, el agua; esencialmente enseñar a valorar las pequeñas cosas que día a día nos llenan de vida.
Poco a poco y lentamente los efectos de la acción humana han causado deterioros en el entorno natural. No podemos dejar de lado que a veces la mano del hombre ha causado más daño que bien, pero en nuestras manos está sembrar los conocimientos suficientes a jóvenes y adultos para que se conciencien de que si el Medio ambiente enferma, nuestra vidas también.
Debemos, pues, considerar, el medio ambiente en su totalidad, es decir, el medio natural y el creado por el hombre. Ahora tenemos la oportunidad de constituir un proceso continuo y permanente en todos los niveles y en todas las modalidades educativas. Se trataría aplicar un enfoque interdisciplinario, histórico,
con un punto de vista mundial, atendiendo las diferencias regionales y considerando todo desarrollo y crecimiento en una perspectiva ambiental. Nuestra meta debe ser siempre mejorar las relaciones ecológicas, incluyendo las del hombre con la naturaleza y la de los hombres entre sí.
Gracias a la educación ambiental se puede lograr que los ciudadanos del mundo y de Castilla-La Mancha que en este caso nos ocupa, tengan conciencia del significado de “Medio Ambiente”, y logremos que se interesen por sus problemas, provocando una implicación total a través de sus actitudes, motivaciones y deseos, y así gozar cada día de lo excepcional del mundo natural.
La actuación del hombre ha puesto en peligro los recursos renovables, y ha ocasionado que comiencen a agotarse los no renovables, aunque la atmósfera, las aguas y los suelos parecen tan vastos que resulta difícil creer que el comportamiento de los seres humanos pueda llegar a afectarlos. Sin embargo, la población aumenta constantemente; cada vez hay más edificios, más vehículos, más industrias, más polvo, más desperdicios, más ruido y, en peligroso contraste para la supervivencia del hombre a largo plazo, cada vez hay menos campos, menos árboles, menos animales; cada vez es más difícil encontrar el agua necesaria, alimentos frescos, combustibles y minerales. El interés por la protección del medio ambiente está centrado en la salud y el bienestar del hombre, el cual es el agente causante fundamental de la continua degradación del medio y, al mismo tiempo, la víctima principal. Pero la adopción de una actitud consciente ante el medio que nos rodea, y del cual formamos parte indisoluble,
depende en gran medida de la enseñanza y la educación de la niñez y la juventud. Por esta razón, corresponde a la pedagogía y a la escuela desempeñar un papel fundamental en este proceso,
según señala el profesor Marcano en un interesante artículo.
Desde edades tempranas deben inculcarse al niño las primeras ideas sobre la conservación de la flora, la fauna y los demás componentes del medio ambiente. El maestro debe realizar su trabajo de manera que forme en los estudiantes, respeto, amor e interés por la conservación de todos los elementos que conforman el medio ambiente. En la escuela y en el hogar debe forjarse esta conciencia conservacionista del hombre del mañana.
El niño crece y se desarrolla bajo la influencia de un complejo proceso docente-educativo, en el que la escuela cumple un encargo social que tiene el objetivo de que el futuro ciudadano reciba enseñanza y educación, y se integre a la sociedad en que vive de una manera armónica, formado política e deológicamente en correspondencia con los principios de nuestra sociedad. En este sentido hay que educar al niño para que ocupe plenamente el lugar que le corresponde en la naturaleza; debe comprender que es parte integrante del sistema ecológico y que, como tal, tiene deberes que cumplir.
Las plantas, los animales, el suelo, el agua y otros elementos, son indispensables para la vida del ser humano, por lo que resulta un deber ineludible para todos conservar estos recursos naturales básicos. La responsabilidad en la protección del medio ambiente y los recursos naturales es de todos.