La presencia de escarpes rocosos posibilita la colonización por fauna rupícola
A finales de la década de los 90 la Junta de Comunidades comenzó sus esfuerzos para garantizar la conservación de un singular patrimonio geológico existente en Castilla la Mancha: las manifestaciones volcánicas de la región. No en vano, la Ley 9/1999 de conservación de la Naturaleza, publicada en mayo de 1999 incluía las formas de origen volcánico entre los elementos geomorfológicos de protección especial en Castilla-La Mancha.
El primer paso consistió en la realización de un exhaustivo inventario que recogiera las manifestaciones de origen volcánico más relevantes del territorio de nuestra comunidad autónoma. El citado inventario arrojó como resultado un conjunto de más de doscientas cincuenta formaciones casi todas ellas incluidas en la provincia de Ciudad Real, en concreto en la zona volcánica de Campo de Calatrava, una de las zonas volcánicas más importantes de la Península Ibérica. La Junta de Comunidades adoptó entre otras medidas, la declaración de las manifestaciones más notables como espacios naturales protegidos, concretamente bajo la figura de protección de “Monumento Natural” por ser en su definición, dada por la Ley 9/1999 de Conservación de la Naturaleza, la más ajustada a los objetivos de conservación pretendidos.
Así a fecha de hoy son seis los monumentos declarados por albergar alguna de éstas joyas geológicas, cinco en la provincia de Ciudad Real (Laguna volcánica de Alberquilla, Michos y Posadillas; Volcanes de Piedrabuena, Cerro de los Santos y Peñarroya) y uno en la provincia de Albacete (Pitón volcánico de Cancarix).