Jóvenes y educación ambiental
Uno de los ámbitos prioritarios definidos por la UNESCO en su “Hoja de Ruta para la ejecución del Programa de acción mundial de Educación para el Desarrollo Sostenible” es “Empoderar y movilizar a los jóvenes”, y para ello se propone multiplicar las iniciativas de educación ambiental dirigidas a este sector de la población.
Recogiendo esta prioridad marcada por UNESCO, cuando se elaboró la Estrategia de Educación Ambiental de Castilla-La Mancha, se decidió conceder también un espacio destacado a la población joven, dedicándole uno de los cinco grandes objetivos con los que cuenta la Estrategia.
Pero, ¿por qué es tan importante la juventud desde el punto de vista de la educación ambiental?
Vivimos inmersos en un contexto de crisis ambiental, que en buena medida es consecuencia del modelo de consumo de lo que llamamos “mundo desarrollado”. Las posibilidades de revertir esta situación pasan, entre otras cosas, por modificar nuestras pautas de consumo y orientarlas hacia un modelo de mejor aprovechamiento de los recursos, y menor generación de residuos y efectos no deseables.
La población joven constituye un grupo importante dentro de las sociedades de consumo, y son la base de lo que va a ser la sociedad futura. Por tanto, los hábitos respetuosos con el medio ambiente que puedan adquirir hoy, tendrán una gran repercusión en las pautas de comportamiento futuro respecto al medio ambiente.
Por otro lado, la juventud actual tiene acceso a todo un universo de información y está más interconectada que nunca, lo que la convierte en un colectivo diana ideal para promover comportamientos que se puedan propagar de forma rápida y eficaz entre todo el colectivo.
Sin embargo, la educación ambiental ha dedicado tradicionalmente un espacio poco significativo a la población joven. La educación ambiental de los más pequeños ha sido durante décadas nuestra apuesta o inversión a largo plazo. Hemos confiado durante demasiado tiempo en que una semilla sembrada durante la etapa infantil rendiría sus frutos a lo largo de toda la vida de los individuos.
Sin embargo, demasiadas veces se ha visto que esa semilla de la que hablamos se malograba en algún momento indeterminado en la transición de la infancia a la edad adulta. Y así comportamientos y actitudes que parecían interiorizados en la infancia, no se traducían en comportamientos proambientales en la edad adulta.
Hoy sabemos que la educación ambiental debe ser un proceso continuo a lo largo de toda la vida, que no se circunscribe a la etapa escolar, ni se limita a un periodo concreto de la vida. De ahí que no nos podamos permitir el lujo de no dedicar un tratamiento específico a una etapa de la vida tan importante en la configuración del individuo como es la juventud.
¿Qué sabemos de la población joven desde el punto de vista de la educación ambiental?
Recientemente vemos reflejados en los medios de comunicación de masas, movimientos protagonizados por jóvenes, como el liderado por la activista sueca Greta Thunberg, que con iniciativas como la “Huelga escolar por el clima”, o “Viernes por el futuro”, han mostrado la vertiente más reivindicativa de la juventud frente a la crisis climática.
¿Pero en qué medida son esos movimientos representativos de la juventud en su conjunto? ¿Representan estos movimientos a la juventud española?
La mayor parte de la población joven española tiene la percepción de estar bien informada sobre temas ambientales
En el último año se han publicado dos estudios que nos ofrecen un perfil sociológico bastante fiel de la población joven española, y de los que podemos extraer información valiosa respecto al binomio juventud y medio ambiente. El primero es el Informe Juventud en España 2020, elaborado por el Instituto de la Juventud de España y el Observatorio de la Juventud en España. Estudia a jóvenes entre 15 y 29 años, desde una perspectiva amplia y global, que abarca aspectos como sus inquietudes y valores, su situación educativa, laboral, de emancipación residencial, reproductiva, actitudinal, política y sexual.
El segundo es el Ecobarómetro presentado el pasado mes de noviembre por la Fundación Endesa, que con el título La cultura ecológica en España: prioridades, costes, actitudes, y el papel de la escuela, dedica un apartado específico a la población joven, y nos ofrece información concreta sobre la relación entre la juventud española y los temas ambientales.
Lo primero que revelan ambos estudios es que nuestra juventud concede una gran relevancia o prioridad a los temas ambientales. En el estudio del INJUVE vemos como esta preocupación por el medio ambiente es más acusada en jóvenes que en la población adulta (ver Gráfico 1).
Un 47% de las personas encuestadas menores de 29 años señalan valores entre el 9 y el 10 en el interés por los tremas ambientales, frente al 17% en la población adulta. Cuatro de cada cinco jóvenes muestran un interés por la agenda ecológica por encima de 7 sobre 10, mientras que esta proporción en la población adulta alcanza apenas a la mitad de las personas encuestadas.
En el Ecobarómetro de Endesa, cuando se pregunta a los y las jóvenes por su preocupación por los problemas de conservación del medio ambiente y la urgencia de su solución, un 91,9% piensan que el problema de la conservación del medio ambiente es muy o bastante grave, y que resolverlo es muy o bastante urgente (Ver Gráfico 2).
Incluso si los problemas ambientales se plantean de forma conjunta con otros problemas, como pueden ser el paro, o la crisis económica, se les sigue otorgando una preocupación prioritaria. Como muestra el informe del INJUVE, el interés por el medio ambiente supera el promedio de la preocupación por otros temas, y esta tendencia es más acusada en la población joven y en las mujeres (Ver Gráfico 3).
Otro aspecto interesante que refleja el Ecobarómetro de Endesa, es el de la percepción subjetiva que tienen los y las jóvenes de estar bien informados sobre temas ambientales. Según el estudio, un 71,2% de la población joven española considera que está muy o bastante informada sobre temas de medio ambiente.
Sin embargo, sobre esta afirmación planean sombras cuando profundizamos un poco más en el nivel de conocimiento. Así, se plantearon dos preguntas control, una con una afirmación sustentada por el conocimiento científico, que decía “cada vez que utilizamos carbón, gasóleo o gas, estamos contribuyendo al cambio climático”; y otra notoriamente falsa que decía “el cambio climático se debe a un agujero en la atmósfera”.
Respecto a la primera pregunta, un 82% de la muestra encuestada la consideraron totalmente verdadera o probablemente verdadera, y sobre la segunda (la abiertamente falsa), un 56% la consideraron totalmente verdadera o probablemente verdadera, lo que indica que más de la mitad de los y las jóvenes que participaron en el estudio estaban equivocados respecto a esta información.
El reto es lograr que la juventud, como el resto de la población, pueda traducir en comportamientos proambientales su nivel de concienciación y sensibilización
En resumen, según lo que revelan estos estudios, nuestra juventud cree estar bien informada sobre temas ambientales (aunque ya hemos visto que la certeza de esta afirmación es matizable), y otorga a la problemática ambiental una consideración prioritaria.
Pero desgraciadamente, esta segunda afirmación también hay que matizarla cuando pasamos del nivel del conocimiento o la percepción, al del comportamiento o el compromiso en la solución de los problemas ambientales.
Cuando le preguntamos al colectivo juvenil con qué políticas ambientales se muestran más de acuerdo, el informe del INJUVE nos muestra que medidas como el fomento de las campañas de reciclaje o la prohibición de envases de plástico en los supermercados gozan de un apoyo abrumador, pero cuando se plantean medidas como el incremento de impuestos al diésel o gasolina, casi la mitad se muestran en desacuerdo o muy en desacuerdo (Ver Tabla 1). Es decir, apoyan en mayor medida políticas que no implican un sacrificio personal, que las que tienen incidencia directa en el bolsillo. Y en esto, como vemos, no se diferencian sustancialmente de la población adulta. El Ecobarómetro de Endesa profundiza más en este aspecto de la disposición a asumir costes propios en pro del medio ambiente. Por ejemplo, se planteó a la muestra de jóvenes que participó en el estudio si estarían dispuestos a pagar más por la electricidad procedente de fuentes renovables, y casi la mitad dijeron estar dispuestos a pagar al menos un 5% más, mientras que un 20,6% dijeron no estar dispuestos a asumir ningún coste adicional.
Tabla 1
Posición sobre las diferentes políticas. Fuente: Encuesta INJUVE 2019
En cuanto a las conductas que suelen ser consideradas como adecuadas para proteger el medio ambiente, y la frecuencia con que las realizan los y las jóvenes, separar la basura doméstica es la que dicen realizar habitualmente el 63% de la muestra encuestada, mientras que dejar de utilizar el vehículo propio por razones medioambientales, sólo dice realizarlo habitualmente el 22% (Ver Gráfico 4).
Gráfico 4
España (2016, 2020). España (2020). Frecuencia con la que se llevan
a cabo varias conductas relativas al medio ambiente (porcentajes).
Si se les pregunta cuál de estas conductas simboliza mejor el compromiso con el medio ambiente, casi la mitad respondían que separar la basura, mientras que conductas como el uso del trasporte público, o limitar el uso del vehículo privado, son señaladas por apenas el 3% de las personas encuestadas.
En resumen, en los dos estudios se refleja una cierta disonancia entre la concienciación que la juventud dice tener respecto a los problemas ambientales, y los comportamientos que dicen realizar para solucionar dichos problemas. O, dicho de otra manera, los estudios muestran una juventud que dice estar muy concienciada pero que no termina de traducir este nivel de concienciación en comportamientos proambientales.
Hay que señalar que, como ya se ha dicho, este comportamiento no es ni mucho menos exclusivo de la población joven, sino que lo comparten con la población adulta. Si intentamos buscar la raíz de esta disonancia podemos encontrar distintas explicaciones. En primer lugar, la preocupación por el medio ambiente es una opción valorada a nivel social, por lo que muchas personas pueden decir que tienen esa preocupación simplemente porque “está bien visto”, sin que en realidad sean personas verdaderamente concienciadas. Por otro lado, algunas de las conductas proambientales a que se hace referencia en los estudios, están más consolidadas que otras en el imaginario colectivo. Por ejemplo, la separación de residuos, o el reciclaje, son conductas sobre las que se lleva insistiendo desde hace muchos años, y es más probable que la población las haya incorporado a sus hábitos que otras, como la limitación del uso del vehículo privado, que se han incorporado más recientemente a las conductas ambientalmente recomendadas.
Además de esto, a veces existen condicionantes ajenos al propio individuo que dificultan traducir la concienciación ambiental en conductas proambientales, lo que hace que personas realmente concienciadas tengan dificultadas o directamente no puedan realizar determinadas conductas. Por ejemplo, la limitación del uso del vehículo privado siempre será más fácil para una persona que viva en un entorno dotado de buenas alternativas de transporte público, que para otra para la que el vehículo privado sea la única alternativa.
Y, por último, también existe una disonancia propiamente dicha, que hace que la transición de lo que pensamos a lo que hacemos sufra ciertas interferencias, e impide que la concienciación se materialice en conductas proambientales.
Como vemos en estos dos estudios y en otros similares, la juventud tiene un alto grado de concienciación ambiental, aunque con algunas lagunas de conocimiento, que hacen que las actuaciones dirigidas a mantener y mejorar el nivel de conocimiento y sensibilización sobre la problemática ambiental, sigan siendo prioritarias.
Los problemas ambientales son complejos, y requieren un abordaje desde distintas perspectivas, para resaltar su dimensión real, y su incidencia, que no se limita al ámbito ambiental, sino que tiene una vertiente social, y económica. La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible proporcionan un nuevo marco para la educación ambiental, que está haciendo necesaria una actualización de las estrategias de concienciación y sensibilización ambiental.
Por otra parte, vemos que la juventud, de forma análoga a la población adulta, no materializa en conductas proambientales su nivel de concienciación, es decir, su comportamiento respecto al medio ambiente no se corresponde con el nivel de concienciación que manifiestan en las encuestas. Esto implica que es necesario un trabajo de educación ambiental que logre pasar del conocimiento al compromiso, de la concienciación a la acción.
Esto es fácil decirlo, pero llevarlo a cabo es bastante más complejo. Como se ha dicho, la población joven no ha sido un destinatario específico habitual de la educación ambiental. No hay tantas experiencias de proyectos educativos ambientales diseñados específicamente para población joven, sobre todo fuera del ámbito educativo formal. Diseñar actividades que interesen al colectivo juvenil, y que puedan significar para ellos un aprendizaje significativo sobre temas ambientales, es complejo. Requiere nuevos entornos de aprendizaje, que huyan de esa zona de confort que suponen las aulas repletas de público cautivo.
Y ese es precisamente el enfoque de nuestra Estrategia de Educación Ambiental: sin descuidar lo que se ha venido haciendo con éxito, explorar nuevos escenarios, buscar a destinatarios a los que hasta ahora no se había prestado la atención necesaria, y hacerlo de forma participativa, buscando la complicidad e implicación de toda la sociedad.
Desde este enfoque, el objetivo es conseguir una juventud movilizada no sólo en términos reivindicativos, sino activa en la búsqueda de soluciones a los problemas ambientales. Una juventud capaz de construir el mundo que reclama. Una juventud que sea motor del cambio que nuestra sociedad necesita.
Y esta es la línea en la que se ha comenzado a trabajar en la Viceconsejería de Medio Ambiente coordinando esfuerzos con aquellos departamentos o agentes que juegan algún papel en la educación ambiental de los jóvenes. El reconocimiento en la Estrategia de Educación Ambiental de la movilización de la juventud como uno de los principios orientadores para nuestra región, que se concreta en el objetivo 4, con acciones como el reconocimiento e impulso del papel de la Universidad y la Formación profesional como ámbitos claves para empoderar a la juventud hacia la sostenibilidad, y la capacitación de la población joven a través de la acción y la experimentación.
Con programas de nuevo formato como la escape room virtual sobre cambio climático “Apocalipsis 2050”, destinada al alumnado de Formación Profesional Básica de la región, que se ha desarrollado de acuerdo con la Consejería de Educación y Cultura, y la Fundación Parque Científico y Tecnológico de Castilla-La Mancha; o el juego de pistas “Tras las huellas de los hackers por el clima” destinado a población joven en sus propias localidades, organizado junto con la Dirección General de Juventud y Deportes, con el que se quiere formar e implicar a esta parte de la población en su responsabilidad con el medio ambiente.
Escape Room
Dos jóvenes han desaparecido de manera repentina. La policía sospecha que forman parte de la organización “Hackers por el clima” que han protagonizado varias actividades relacionadas con la lucha contra el cambio climático. La inspectora encargada de la investigación pide colaboración.
Igualmente y en colaboración con la Universidad de Castilla-La Mancha, definida en la Estrategia de Educación Ambiental como uno de los agentes clave para las acciones dirigidas a jóvenes, se ha puesto en marcha el Aula de Educación Ambiental de la UCLM, que nace con el objetivo de ser un espacio de encuentro y de reflexión sobre los temas más relevantes, o de mayor interés desde el punto de vista de la educación ambiental, de forma que la población joven no sea sólo un destinatario de la educación ambiental, sino que tenga la oportunidad de ser partícipe, de ser un agente activo, de poder aportar además de recibir.
Queremos que este Aula no sea una cosa “sólo de los de medio ambiente”. Queremos que trascienda de las fronteras de las titulaciones y de las especialidades, que llegue a toda la población universitaria. Y que, desde la Universidad, pueda proyectarse hacia toda la población joven.
Bibliografía
- Hoja de ruta para la ejecución del Programa de acción mundial de Educación para el Desarrollo Sostenible. Publicado en 2014 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura,7, place de Fontenoy, 75352 Paris 07 SP, Francia. ED-2014/WS/34 REV. - cld 2610.17
- Pérez Díaz, M. T. (dir.) -2020-. Informe Juventud en España 2020. Madrid: Instituto de la Juventud. Disponible en http://www.injuve.es/observatorio/demografia-e-informacion-general/informe-juventud-en-espana-2020
- Pérez-Díaz, V. y Rodríguez, J.C. (2021). Ecobarómetro Fundación Endesa (2016-2021). La cultura ecológica en España: prioridades, costes, actitudes, y el papel de la escuela. Madrid: Fundación Endesa y Fundación Europea Sociedad y Educación. Disponible en https://www.fundacionendesa.org/content/dam/fundacion-endesa-com/medio-ambiente/educacion-ambiental-innovacion-ecologica/ecobarometro_cultura_ecologica_y_educacion_fundacion_endesa.pdf