Revista Medio Ambiente
Revista Medio Ambiente Castilla-La Mancha
La Revista Medio Ambiente Castilla-La Mancha es una publicación gratuita editada por la Consejería de Desarrollo Sostenible.

Fauna del Parque Natural

de la Serranía de Cuenca
Fauna
26 de Octubre de 2023
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El Parque Natural de la Serranía de Cuenca se encuentra en el corazón de la denominada Serranía Alta formando parte del Sistema Ibérico Meridional. Su localización peninsular y las cotas altitudinales (desde los 1.000 m. hasta el techo provincial) definen un clima mediterráneo marcadamente continental. Por ello la comunidad faunística es mayormente de corte mediterráneo, si bien la dureza climática impone la ausencia de elementos más térmicos. No obstante, y por otro lado, la frescura y mayor frecuencia de lluvia asociadas a la altitud permite la aparición de llamativos elementos eurosiberianos propios de ambientes más norteños. El amplio abanico de habitat vegetales presentes, su buen estado de conservación, la frecuente ecotonalidad y el mantenimiento de actividades tradicionales, contribuyen a sostener una alta diversidad zoológica, lo que convierte al Parque en un emporio faunístico de primer orden a nivel provincial.

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En el Parque Natural viven aves pertenecientes a 156 especies diferentes, lo que resalta su importancia para la avifauna
En el Parque se han citado un total de 229 especies de vertebrados: 156 de aves, 40 de mamíferos, 14 de reptiles, 11 de peces y 8 de anfibios. El 76% de las mismas se encuentran incluidas en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas.

Si hacemos un repaso de los paisajes dominantes en el Parque Natural, desde luego uno de los que más llaman nuestra atención son los escarpes y cortados rocosos asociados a los valles fluviales de los ríos Júcar, Escabas, Valdemeca, Trabaque y sus afluentes.

Su importancia faunística es vital ya que suponen el hábitat de nidificación del elenco de rapaces rupícolas más emblemáticas. A la cabeza figura el águila-azor perdicera que cuenta en el Parque con la única pareja a nivel provincial localizada en zonas altas de montaña. Conviene recordar que se trata de una especie más propia de sierras y montañas bajas de ambientes marcadamente mediterráneos, que enrarece su presencia hacia el interior peninsular en favor del águila real. Otros aspectos hacen aún más singular a esta pareja, como por ejemplo el hecho de que explote intensamente la diversidad trófica que aporta la Laguna de Uña, lo que hace que incluya en su dieta especies de la talla de la garza real, francamente raras en términos generales en el menú de esta rapaz. Igualmente raro, para una rapaz de preferencia rupícola en cuanto a sustrato de nidificación, resulta la constatación frecuente de anidamiento en árbol seguramente motivado por la competencia establecida con la nutrida población de buitres.

El águila real es la gran rapaz que se enseñorea del Parque con 7 parejas reproductoras. La baja densidad de presas de caza menor les exige mantener territorios de campeo muy amplios y tasas reproductivas medias que, sin embargo, no han impedido el aumento de la población reproductora en los últimos años.

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La presencia del mirlo acuático es un indicador de la calidad de conservación de los cauces fluviales
Otro consumado rupícola como es el halcón peregrino, que ocupa de forma continua los escarpes existentes, alcanzando las 10 parejas en el Parque.

Entre los necrófagos destaca el alimoche, especie que en el Parque alcanza la mayor densidad a nivel provincial. Mantiene actualmente 13 parejas con buenas tasas reproductivas y aquí se considera en situación estable, a pesar de que en el marco nacional está en declive. El buitre leonado ha aumentado ostensiblemente su población en los últimos años, rondando las 100 parejas reproductoras en el Parque, con las colonias más importantes en los escarpes de la Muela de la Madera y El Hosquillo. Las recientes y restrictivas medidas zoosanitarias impuestas al sector ganadero, que exigen una exhaustiva recogida de cadáveres y materiales de riesgo, no parecen haber afectado negativamente hasta el momento a la población de necrófagos del Parque, ya que complementan de forma importante su dieta con ungulados silvestres.

El búho real normalmente ocupa los cortados de las zonas más bajas manteniendo al menos 5 parejas.

Otra fauna menor propia de los cantiles está constituida por el vencejo real, el avión roquero, el roquero solitario, el más raro roquero rojo, el omnipresente colirrojo tizón y el raro treparriscos como invernante. La algarabía de las colonias de la acrobática chova piquirroja y de grajilla complementan la magnificencia de la fauna rupícola.

El medio acuático mantiene un estado de alta calidad de las aguas, con escasos puntos de vertido urbano conflictivos cuya resolución se aborda con la declaración del Parque. Esto posibilita la existencia de una exigente comunidad faunística asociada a los ríos.

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El alimoche destaca entre las rapaces necrófagas del Parque Natural
En la cúspide de la pirámide trófica aparece la nutria, que ocupa la totalidad de los cauces permanentes y que explota de forma periódica los cauces temporales. Busca refugio en oquedades de las áreas más intrincadas y espesas de la ribera. El área protegida y su entorno constituye el bastión de la especie en la provincia. La nutria supone el freno natural para la expansión de especies exóticas, como el visón americano, desde las provincias colindantes por el este a partir de escapes de granjas, y cuya entrada supondría una grave alteración del ecosistema nativo. No se han detectado graves problemas de conservación para la especie, exceptuando el riesgo de atropello en el entorno de Huélamo, para lo cual se están estudiando soluciones. Otro buen indicador de la salud de los ríos es el musgaño de Cabrera, insectívoro de hábitos semiacuáticos.

Otra especie que supone un bioindicador de primera magnitud en el estado de conservación de los cauces es el mirlo acuático, activo depredador de larvas de macroinvertebrados, las conocidas gusarapas y moscas de agua. Llega a alcanzar densidades de 2 parejas/km de río. El martín pescador nos deleita igualmente con sus destellantes recorridos de arco-iris sobre las aguas, a la par que las tres especies de lavanderas (blanca, cascadeña y boyera –muy rara-) escrutan incansablemente los lechos pedregrosos de ríos y arroyos.

Los ricos sotos ribereños y arbustedas riparias constituyen el hogar ideal para multitud de paseriformes, en su mayoría insectívoros, de melodioso canto, como el mirlo común, la oropéndola, el ruiseñor común, el escribano soteño, la curruca mosquitera, el papamoscas gris, el zarcero común y el chochín, así como el curioso torcecuello.

Los cursos fluviales del Parque son utilizados como guía itineraria en las migraciones de muchas especies en su retorno hacia los lugares septentrionales de cría, destacando especialmente el paso esporádico de águila pescadora y cigüeña negra.

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La nutria elige las limpias aguas de los cauces permanentes de la Serranía
Los humedales de carácter lacustre tampoco están ausentes en el Parque. Como máximo exponente tenemos la Laguna de Uña, que a pesar de haberse desvirtuado en su funcionamiento hidrológico por el aprovechamiento hidroelécrico de la Toba, mantiene aún casi intactos sus atractivos faunísticos no ícticos. La avifauna acuática se caracteriza por la presencia reproductora de zampullín chico, ánade real, focha común y de cerceta común, pequeña anátida ésta última para la que la laguna se constituye en uno de los escasísimos lugares meridionales de cría a nivel nacional. En invierno, la comunidad se enriquece con la presencia de garza real, pato cuchara, porrones común y moñudo, agachadiza común y cormorán grande, especie ésta que se encuentra en franca expansión a nivel nacional y que aparece aquí atraída por las congregaciones de peces existentes en el embalse de La Toba y en algunos cercanos cotos de pesca intensiva del río Júcar. Las orlas de carrizal-juncal de la laguna son apreciadas por especies palustres como el buitrón, los carriceros común y tordal, el ruiseñor bastardo, el rascón y la gallineta común.

Las charcas, fuentes y turberas son el refugio de anfibios como la ranita de San Antonio, el sapillo pintojo meridional y el sapillo moteado, para los cuales resulta de vital importancia la conservación de estos pequeños pero esenciales humedales.

Sin embargo, el hábitat dominante en el Parque son los bosques. Amplísimas extensiones de pinares de negral mayormente, pero también de albar y de rodeno, así como buenas manifestaciones de sabinares, encinares y quejigares hacen que la comunidad ornítica puramente forestal sea la más abundante en el Parque.

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Uno de los mamíferos más abundantes en el Parque Natural es el jabalí
Carboneros garrapinos, herrerillos capuchinos, mitos y reyezuelos listados se agrupan en bandos mixtos con objeto de prodigarse defensa común frente a los depredadores compartiendo el nivel de vigilancia. Normalmente se ven acompañados por los equilibristas del bosque, trepador azul y agateador común, que escudriñan incluso los troncos más verticales. Acompañan el elenco los frecuentes petirrojos, pinzones, carboneros y herrerillos comunes. El vocinglero arrendajo se hace notar en todo tipo de bosques, al igual que el conocido cuco. El pico picapinos, único pájaro carpintero realmente forestal presente, sondea sin descanso cualquier resquicio en los troncos. El también presente pito real ocupa preferentemente áreas más abiertas y se muestra como un consumado comedor de hormigas. Los sabinares y pinares con muérdago son ocupados en densidades francamente abundantes por toda la cohorte de zorzales, conocidos localmente como tordenchas, principalmente invernantes, pero también reproductores en el caso del charlo y más raro en el común. En ocasiones se puede observar junto a ellos al mirlo capiblanco, raro invernante que cría en bosques subalpinos del Pirineo. Asociado ineludiblemente a los pinares se haya el frecuente piquituerto, acendrado consumidor de piñones. El mosquitero papialbo se muestra abundante en los encinares con sotobosque y bosques mixtos. Entre los fringílidos, conviene destacar al verderón serrano, habitante de los pinares de Pinus sylvestris, que se alimenta en los pastizales de los claros del pinar. El lúgano, común invernante y raro reproductor en España, llega a criar periódicamente en los años de importante irrupción invernal.

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El corzo viene experimentando en los últimos años una importante expansión en la Serranía de Cuenca
La rapaz forestal más abundante en la Serranía es el gavilán, omnipresente en todo tipo de bosques como regulador de las poblaciones de pequeños paseriformes forestales. Otro accipítrido forestal como es el azor resulta menos frecuente y fundamenta su dieta en arrendajos, ardillas y torcaces. Otras rapaces forestales, que sin embargo suelen buscar la vecindad de zonas abiertas para cazar, son el águila calzada, el ratonero común y la especialista más rara, el águila culebrera. Avanzado el verano el alcotán arriba a la zona para criar en las vegas abiertas de Uña, Tragacete y Valdemeca. El abejero europeo, rapaz de singular dieta y apetencias norteñas, se reproduce de forma muy escasa en el Parque, lo cual tiene especial interés por la rareza de la cría de esta especie en el sur y este peninsulares.

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Entre los quirópteros trogloditas que habitan en las cuevas y refugios, destaca el murciélago grande de herradura (Rhinolophus ferrum-equinum)
La rapaz nocturna más abundante es, como no, la más ligada a los bosques: el cárabo. El más pequeño de los búhos ibéricos, el autillo, está bien representado en arboledas riparias, huertos e incluso parques. Resultan más raras y aparecen siempre ligadas a zonas más abiertas otras nocturnas como el mochuelo, la lechuza y el búho chico.

Como dato curioso conviene citar la presencia temporal en paso migratorio prenupcial de halcón de Eleonora. Se trata de una especie totalmente impropia de la zona ya que estiva en islas y costas mediterráneas. No se acaba de explicar bien el fenómeno, pero el caso es que a mediados de junio y durante un par de semanas aparecen en el borde suroccidental del Parque algunas decenas de individuos de esta especie. No existen citas semejantes en todo el solar peninsular (si bien parecen hacer otra parada en la también conquense Laguna de Talayuelas) y se cree que dicha aparición fugaz obedece a un desplazamiento temporal de la colonia nidificante en las islas Columbretes en busca de recursos alimenticios antes de emprender su tardía cría.

En los bosques caducifolios más húmedos y en prados higroturbosos inverna frecuentemente y cría en escasísimo número, la becada o chocha perdiz, un exponente más del mundo eurosiberiano que se escurre hacia el sur hasta la Serranía de Cuenca.

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El martín pescador, con su singular colorido y sus rápidos vuelos, encuentra su hogar en los ríos del Parque Natural
Las arbustedas, bosques claros y matorrales (bojedales, romerales, aliagares, etc) mantienen una comunidad ornítica propia, en la que también participan en mayor o menor medida representantes más puramente forestales en función de la densidad y talla de la formación vegetal. En este hábitat nidifican todos los años algunas parejas de alcaudón dorsirrojo, notable representante de las campiñas norteñas que llega con carácter finícola al Parque en su límite de distribución meridional. Como singularidades también podemos encontrar aquí el cada vez más raro colirrojo real y la escasa y septentrional tarabilla norteña. El matorral constituye el dominio de la tarabilla común, la collalba gris, la totovía y las currucas rabilarga, carrasqueña y zarcera. En estas zonas es frecuente escuchar el susurro continuo del chotacabras europeo de hábitos nocturnos. Los pastizales mezclados con matorral y arbolado dispersos son el hábitat preferente de los aguerridos alcaudones, tanto el común como el meridional.

Los aláudidos propios de zonas agrícolas bajas (calandria, alondra, terrera) no son muy corrientes en el Parque por la escasez de hábitat apropiados. Sin embargo, el bisbita campestre es frecuente en los pastizales y matorrales bajos.

En un Parque como el de la Serranía de Cuenca en donde la geomorfología cárstica domina el paisaje, son frecuentes las cavidades naturales y asociadas a las mismas no faltan las mejores representaciones de la fauna troglodita. En la multitud de simas y cuevas del Parque aparecen prácticamente todas las especies de murciélagos cavernícolas, con especial abundancia de murciélagos de herradura (grande y pequeño). En el marco del Parque se halla la microrreserva de la Cueva de los Morceguillos de Valdecabras, lugar de vital importancia en la Serranía para la reproducción de los murciélagos de cueva, ratonero pardo y grande de herradura. El buen estado de conservación de los bosques permite la existencia de otras especies de quirópteros de preferencias forestales como el murciélago de bosque y el murciélago orejudo septentrional.

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Una de las rapaces cuya población se ha visto incrementada en los últimos años ha sido el buitre leonado
Entre los mustélidos, el más frecuente es la garduña o foina, resultando más rara la gineta en estas zonas altas. El tejón ocupa bosques de suelo profundo y vegas fluviales donde encuentra facilidades para completar su dieta omnívora. El gato montés, que ocupa todos los hábitat con cobertura arbolada, completa el repertorio de mamíferos carnívoros.

Entre los ungulados, el más abundante es el jabalí. El venado resulta igualmente frecuente, así como dos especies no autóctonas que por ello son objeto de control: gamo y muflón. El corzo viene experimentando una expansión reciente desde los cercanos territorios del Campichuelo al pie de la Serranía. Propiciada por la creación de la Reserva Nacional de Caza, la cabra montés mantiene sus efectivos en las zonas más abruptas. La ausencia de depredadores naturales (lobo y oso, ambos extintos y que únicamente se pueden observar en cautividad en El Hosquillo) obliga a que la regulación de las poblaciones de ungulados se realice de forma artificial mediante el ejercicio de la caza.

El menos conocido mundo de los invertebrados mantiene en el Parque una amplia representación de especies singulares, aparte de las más llamativas mariposas, que son expuestas en otro apartado de este monográfico. El apreciado y ahora tremendamente raro cangrejo autóctono, o más propiamente llamado cangrejo de pinzas blancas, aparece relegado a localizadas cabeceras de arroyos en donde puede defenderse de la mortal afanomicosis o peste del cangrejo, manteniendo en el Parque el máximo número de reductos a nivel provincial.

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Podemos encontrar a las amenazadas libélulas en los soleados riachuelos de montaña del Parque
Entre los insectos, es destacable el pequeño ortóptero Steropleurus ortegai que es un endemismo tan extremo que ciñe su área de distribución nacional a la Serranía de Cuenca. Se trata de un pequeño saltamontes de color negro-violáceo de fenología estival que se encuentra con exclusividad en matorrales montanos de arlo (Berberis vulgaris) y enebro común (Juniperus communis). La amenazada libélula Coenangrion merculiare ocupa los soleados riachuelos de montaña. El escarabajo carábido Zabrus castroi es otro endemismo del Sistema Ibérico Meridional. Finalmente cabe mencionar a dos grandes escarabajos xilófagos amenazados a nivel regional: Lucanus cervus, propio de quercíneas, y Buprestis splendens, íntimamente ligado a los bosques de pináceas. Ambas dependen de la presencia de madera muerta de grandes dimensiones en los bosques, por lo que las medidas de conservación contempladas para el Parque en lo referente a explotación forestal, como son la delimitación de parcelas de reserva no explotables y el mantenimiento de madera en descomposición, favorecerán en gran medida a estas y otras especies dependientes del bosque menos intervenido.

En suma, todo un imponente catálogo de diversidad zoológica, que con los preceptos emanados del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales se pretende conservar y mejorar. Con este fin se preconizan medidas como por ejemplo la adopción de precauciones para garantizar la necesaria tranquilidad en la crítica fase reproductiva de las especies más sensibles, la mejora del hábitat trófico (recuperación de las especies presas de caza menor para las grandes rapaces y instalación de muladares para necrófagos llegado el caso), la adecuación del flujo hidrológico y de la calidad de los cauces y aguas, el establecimiento de áreas de reserva libres de aprovechamientos donde la naturaleza medre sin intervención humana, a la par que el mantenimiento de los usos tradicionales sostenga el rico y productivo paisaje en mosaico.

En definitiva, conservar para perdurar y para admirar.
Autor de la/s foto/s:
Antonio Manzanares
Revista de medio ambiente número 14
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