Centros de Recuperación de fauna silvestre amenazada
Los Centros de Recuperación de Fauna Silvestre (CRFS) son elementos esenciales en la conservación de especies de fauna amenazada, las que generalmente conocemos como especies protegidas. Además de su función principal como “hospitales de fauna silvestre” en los que se tratan y recuperan ejemplares de fauna protegida que ingresan por diversas causas con el fin de reintegrarlos al medio natural, los CRFS realizan otras actividades de gran importancia en conservación. Así por ejemplo, se realizan necropsias forenses de los animales que ingresan como cadáveres o mueren en el centro para determinar la causa de ingreso de muerte. Esto es esencial para detectar mortalidad no natural asociada a actividades que constituyen posibles infracciones o delitos (casos de envenenamiento, disparo o electrocuciones) y aportar pruebas periciales que permitan la persecución y sanción de los causantes.
Es de destacar su función como “puntos centinela de vigilancia epidemiólogica” para detectar tempranamente enfermedades en especies silvestre que pueden ser transmisibles a otras especies (gripe aviar, virus de Oeste del Nilo, por ej.). Esto es esencial para conocer la prevalencia de las mismas en el medio natural y en algunos casos para adoptar medidas preventivas.
En algunos de estos centros se llevan a cabo programas de cría en cautividad con especies amenazadas, con el fin de reforzar poblaciones silvestres, reintroducciones, etc. No menos importante es su labor en educación ambiental, con actividades tanto en los propios centros como en las liberaciones de ejemplares recuperados, dirigidas a la población escolar y al público en general.
El Centro de Estudios de Rapaces Ibéricas (CERI) de Sevilleja de la Jara (Toledo) es uno de los 5 centros que forman parte de la Red de Centros de Fauna dependientes de la Consejería de Desarrollo Sostenible de Castilla la Mancha. Pionero entre los centros de recuperación en España (inició su actividad en 1975) recibe anualmente un promedio de 875 animales que se viene incrementando en los últimos años hasta los 1506 de 2022, debido en gran parte a la mayor concienciación social y demanda ciudadana que conlleva que cada año se recoja un mayor número de animales heridos, desnutridos, etc ( Fig 1).
Son muy diversas las especies protegidas que ingresan en el centro, aunque predominan claramente las Aves, en particular las rapaces, tanto diurnas como nocturnas (fig 2).
Es de destacar el elevado número de ejemplares de especie en peligro de extinción, como el águila imperial ibérica o el lince ibérico, ingresados en el CERI en parte reflejo indirecto de la importante recuperación poblacional de las mismas en los últimos 10 años (fig 3).
Las causas de admisión son muy variadas, pero predominan los traumatismos y los casos de electrocución con un incremento notable de ejemplares caídos de nido o desnutridos (pollos de vencejo, de cernícalo primilla, por ej). Otras causas derivadas de la acción humana malintencionada como el disparo o el envenenamiento siguen teniendo cierta importancia. (fig 4).
Fruto de la gran labor realizada en los centros es el elevado número de animales que pueden ser recuperados y liberados cada año, en torno al 48 % de los ingresados vivos. (Fig 4).
Hay que señalar que muchos de los animales ingresados vivos están en un estado de gravedad que hace muy difícil su recuperación a pesar de los cuidados que se realizan en el centro y algunos mueren o deben ser eutanasiados para evitarles un sufrimiento innecesario si no tienen posibilidades de supervivencia o curación.
Una pregunta que podemos hacernos es en qué medida los esfuerzos por recuperar los animales ingresados que después son liberados son realmente efectivos. Para poder determinarlo, los animales que se liberan al medio natural son anillados y en algunos casos equipados con radioemisores GPS, lo que nos permite su seguimiento y valorar su integración a la vida salvaje. Para algunas especies en que se colocan emisores a los ejemplares liberados, el éxito en la reintroducción, considerando como tal que después de un mes de la misma el animal sigue con desplazamientos que indican un buen estado aparente es casi del 94 %. Al cabo de 6 meses, el 69 % de los ejemplares liberados continuaban vivos con una actividad normal.
Hay que indicar que una vez reintegrados con éxito al medio, los animales recuperados están expuestos a los mismos factores que el resto de la población. Así, la mayor parte de los ejemplares que no sobrevivieron a los 6 meses murieron antes por electrocución en líneas eléctricas (7 imperiales, una de las perdiceras y las 2 águilas reales). Una de las águilas culebreras liberadas realizó su viaje migratorio con normalidad, y aparentemente murió en la zona de invernada en Mali. Las 2 avutardas fueron depredadas a los pocos días de su liberación.
Cría en cautividad.
El CERI es el único centro del mundo en que se ha conseguido criar en cautividad el águila imperial ibérica Aquila adalberti, una de las rapaces más amenazadas del mundo, aunque en los últimos años ha tenido una notable recuperación gracias a las medidas de conservación para evitar su mortalidad no natural (electrocuciones principalmente) y proteger y mejorar su hábitat. La especie crió en el CERI mediante inseminación artificial realizada por el Dr Juan Manuel Blanco en 2 ocasiones, 2011 (un pollo) y 2017 (2 pollos). Los pollos nacidos en 2017 fueron introducidos en nidos silvestres completando su desarrollo.
El águila perdicera Aquila fasciata también se reproduce con cierta regularidad de forma natural. Seis pollos nacidos entre 2017 y 2022 y posteriormente liberados mediante crianza campestre o hacking (2 pollos en 2017), introducción en nido silvestre (1 en 2020) o liberados de forma directa (3 pollos en 2018, 2020 y 2022).
La tercera de nuestras grandes águilas, el águila real Aquila chrysaetos también cría con asiduidad en el CERI. Doce pollos entre 2018 y 2022, algunos de los cuales han sido cedidos a programas de reintroducción desarrollados por GREFA en Galicia y Portugal y otros han sido liberados en el medio natural en Toledo.
Otra de las especies criadas en el CERI en los últimos años es el Cernícalo primilla Falco naumanni, pequeño halcón migratorio asociado a entornos humanizados que ha tenido una fuerte disminución en sus poblaciones salvajes.
Una parte de los pollos nacidos en el CERI se han introducido mediante crianza campestre (hacking) en la localidad toledana de Ajofrín, con la finalidad de favorecer el regreso de la especie a esta localidad.
Educación ambiental.
Los CRFs también desempeñan una importante labor social a través de la educación ambiental. Parte de las liberaciones se realizan en presencia de escolares, colectivos sociales que tienen un componente de concienciación, explicando las funciones del centro, los problemas de conservación e historial de los ejemplares / especies a liberar. En muchos casos son los propios niños los que liberan las aves, en una experiencia que para muchos será inolvidable. A lo largo de los xx años de historia del CERI son centenares los colegios, asociaciones, etc que han participado en esta actividad.
El CERI colabora con ONGs como Ardeidas y Esparvel y la universidad de Castilla-La Mancha en campañas de salvamento y cuidado de pollos caídos de nido, principalmente vencejos y aviones comunes, realizadas por voluntarios en una importante y desinteresada labor a favor de estas especies cada vez más escasas.
La importancia de las actividades realizadas en los Centros de Recuperación de Fauna exige destinar recursos humanos y materiales adecuados para su funcionamiento en condiciones adecuadas. Contar con suficiente personal especialmente cualificado y motivado para realizar unas tareas que requieren gran dedicación, es requisito obligado para que continúe esta labor crucial que además d e ser una obligación de las administraciones públicas, es cada vez más demandada por una sociedad cada vez más concienciada antes los problemas ambientales.
El equipo del CERI
Director técnico: Juan Pablo Castaño
Veterinaria: Yolanda Ramiro
Bióloga: Pilar Cervera
Personal laboral JCCM: Francisco C Juárez, Pedro P. González, Jose L. Paredes