Sus 11 metros de altura, y sus más de cien años, convierten al Almendro del Hotel Almazara en uno de los “habitantes” destacados de los cigarrales de Toledo
Si bien en algunas normativas autonómicas solo se considera con la categoría de “singular” a los árboles que vegetan en estado silvestre, se tiende, cada vez más, a estimar como singulares o monumentales tanto a los silvestres como a los plantados por el hombre, independientemente de que sean especies autóctonas o foráneas. Por ello muchos municipios han aprobado en estos últimos años sus propias ordenanzas, declarando como protegidos a árboles y arboledas monumentales de sus términos municipales.
En medios urbanos, uno de los principales problemas que afectan a estas plantas sobresalientes es la alteración de su entorno inmediato, fundamentalmente cuando se procede a su urbanización. La reducción de su espacio aéreo o radicular por obras próximas, la compactación del suelo, la retirada de la capa vegetal o el pavimentado perimetral con superficies impermeables, suelen crear condiciones adversas de las que un árbol o un arbusto tardan mucho o, incluso, no puede adaptarse nunca. Para ello hay que apelar a la responsabilidad de los técnicos y organismos responsables, aportando opciones y soluciones creativas y novedosas a las nuevas demandas de la sociedad.
Mucho más preocupante es cuando en la construcción de nuevas infraestructuras no se tienen en cuenta los elementos vegetales existentes, al considerarlos una cuestión menor, algo incompatible con el nuevo uso que se quiere dar al terreno, o incluso una molestia.
En los dos encuentros de ámbito estatal celebrados hasta ahora, acerca del arbolado monumental y singular (Barcelona, 1997 y Alcalá de Henares –Madrid-, 2005), se han consensuado entre los técnicos, gestores y participantes una serie de medidas para ser tenidas en cuenta en la gestión de todos aquellos ejemplares que por uno u otro motivo sean dignos de realce y formen parte del patrimonio natural del lugar.
Las medidas de conservación de los ejemplares deben realizarse previo estudio dendrológico individualizado y específico a cada momento y circunstancia. Además es imprescindible el estudio del medio natural y de la historia donde crece la planta. Basándose en estos estudios y diagnósticos se podrá establecer un plan de gestión que garantice la aplicación de las medidas idóneas de conservación y el seguimiento en el tiempo, con todas las garantías científicas.
El conocimiento de la biología del árbol o de la planta en cuestión, basado en la investigación fundamental y aplicada desarrollada en los últimos años sobre la arquitectura arbórea, senectud, sistemas de defensa, ecología, biomecánica, rizosfera, etc. es esencial a la hora de realizar cualquier intervención sobre estas plantas y su entorno. Hay que tener en cuenta que no solo hay que considerar los principios agronómicos, forestales u ornamentales generales, sino que habría que hablar en muchos casos de botánica geriátrica.
Es fundamental proteger y no alterar las condiciones del medio donde se ha desarrollado el vegetal durante decenios o cientos de años. La superficie ocupada por las raíces suele ser algo mayor que la proyección de la copa sobre el suelo. Se considera que cualquier tipo de intervención que se produzca a menos de 10 metros de radio más allá de la copa de los ejemplares arbóreos debe ser previamente autorizado.
Cuando alrededor de los árboles se produzcan transformaciones urbanísticas se tendrá en cuenta que, previamente al inicio de cualquier tipo de intervención, obra, reparación o modificación, es necesaria la elaboración de una documentación técnica específica con las características constructivas y planos detallados, del entorno y del área de protección, excavaciones, conducciones aéreas y subterráneas, viales y pavimentos, edificios colindantes, ajardinamiento, etc. que se realizarán en las proximidades de las plantas singulares. Así mismo es necesario proceder a delimitar “in situ” el área de protección de los ejemplares afectados, de la raíz a los extremos de las ramas, por personal debidamente cualificado. Como protección previa al comienzo de las obras, se procederá a la instalación de un vallado sólido e impenetrable en dicha área; teniendo en cuenta que su interior no podrá utilizarse como almacén o depósito de ningún tipo de material.
Por otro lado hay que hacer una llamada de responsabilidad de cara a evitar el transplante de árboles u otros ejemplares monumentales, ya que sufren gravísimos daños en su salud, que cuando no acaba en la muerte del ejemplar les ocasiona un fuerte estrés fisiológico, merma en el crecimiento, problemas biomecánicos y mayor sensibilidad a los agentes patológicos, para toda la vida. Además de la pérdida cultural e histórica que puede acarrear.
Por último, debemos entender que tanto la concienciación ciudadana como la de la Administración deben recaer en la aceptación social del verdadero peso y valor de las plantas sobresalientes. Esto es necesario para poder acometer unos cuidados más complejos y más caros de los que las tradicionales prácticas jardineras y forestales representan.