Editorial
Vivimos en un planeta con recursos finitos, pero en el que la demanda de materias primas no deja de aumentar. Extraemos recursos del suelo con una voracidad que no sólo compromete la disponibilidad a largo plazo de esos propios recursos, sino que además produce un importante impacto ambiental en el entorno. Todos podemos tener en mente la imagen de una extracción minera a cielo abierto, y la alteración que produce en el relieve y en el paisaje. Y no se trata de un impacto meramente estético, ya que se cambia la configuración y funcionalidad de los ecosistemas, en muchos casos de forma definitiva e irreparable.
Se trata de un problema cuya solución estamos obligados a buscar en primer término en la prevención. Debemos ir hacia un uso y consumo más racional de los recursos, que nos permita reducir esa demanda de materias primas. La aplicación de los principios de la economía circular, alargando la vida útil de los productos, y mejorando la recuperación de los recursos contenidos en los residuos de esos productos, se revelan como elementos clave en la prevención de los impactos derivados de la extracción de materias primas.
Pero incluso si logramos avanzar en esta dirección, va a seguir siendo necesario buscar medidas para corregir y revertir los impactos producidos en el pasado, y los que deban asumirse de forma imprescindible en el futuro. De este tema se ocupa el artículo principal del presente número de la revista, que nos habla de RIBERMINE, un proyecto LIFE que pretende demostrar que a día de hoy contamos con el conocimiento y las herramientas necesarias para reconstruir ecosistemas y paisajes funcionales en espacios transformados por actividades extractivas. El proyecto ha sido coordinado por la por la Dirección General de Transición Energética de la Consejería de Desarrollo Sostenible, y ha contado con la colaboración de la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Castilla-La Mancha, la Universidad de Alcalá de Henares, la Universidad de Zaragoza, la Universidad Politécnica de Madrid y Universidad Juan Carlos I, la empresa minera CAOBAR S.A, la empresa pública GEACAM, S.A. y la asociación portuguesa Centro Ciencia Viva de Lousal.
En la sección dedicada a biodiversidad nos ocupamos del descubrimiento en la Serranía de Cuenca de una planta que hasta ahora se pensaba que era un endemismo bético con una zona de distribución entre el sur de la provincia de Albacete y la provincia de Jaén. La población descubierta en Cuenca nos da una mejor imagen de la distribución real de la planta, y nos aporta información sobre la dinámica histórica de la vegetación en el corredor que conecta el norte de África con los Sistemas Béticos y el Sistema Ibérico meridional.
Además, también incluimos un nuevo número del boletín de áreas protegidas, y nuestras secciones habituales de noticias breves, y de fotografía (Y tú, cómo lo ves?).