Coto especial de Aragosa.
Toda la información recabada permite la caracterización de las poblaciones, mostrando para cada una de ellas su estado de conservación, los principales problemas que la afectan y las carencias de información.
De esta manera se detectan 12 poblaciones que tienen un estado de conservación Bueno, debido a que presentan unas abundancias medias o altas, introgresión genética nula o leve y un hábitat en buenas condiciones, sin alteraciones graves.
Hay 13 poblaciones que tienen un estado de conservación Regular debido a la introgresión genética que presentan, y cuyo estado sería Bueno si atendiéramos únicamente al resto de factores: abundancia, viabilidad poblacional, hábitat, etc.
En 4 poblaciones el estado de conservación es Malo al tratarse de poblaciones con abundancias escasas, con problemas de hábitat y con una importante regulación hidrológica y en un caso también con introgresión severa (en las otras tres no hay estudios genéticos).
En 4 poblaciones no se ha podido evaluar el estado de conservación, ya que no se dispone de ningún muestreo de peces en ellas. Entre estas poblaciones, hay 2 con buenas condiciones de hábitat por lo que es probable que exista en ellas una población en buen estado de conservación. Las otras 2 poblaciones disponen de muy poca longitud fluvial, se encuentran constreñidas entre dos embalses cercanos, y en ellas el hábitat está fuertemente alterado, principalmente debido a la regulación hidrológica de la presa de aguas arriba.
Finalmente, en las restantes 14 poblaciones se ha evaluado el estado de conservación como Regular, debido a problemas diversos, tales como la abundancia baja, la introgresión genética o las alteraciones del hábitat.
No obstante, el Plan estima cuales debieron ser las poblaciones naturales originarias en Castilla-La Mancha sin tener en cuenta las actuales alteraciones inducidas por el hombre, pues las actuales 47 mucho tienen que ver con la fragmentación del hábitat, y por tanto con la reducción del hábitat disponible para cada una de ellas. Se han considerado como condiciones originarias la situación de la especie a mediados del siglo XIX, por dos motivos principales: la inexistencia en esa época de la práctica totalidad de presas y el conocimiento bibliográfico (Madoz 1845-1850) al menos de los lugares donde había presencia, teniendo en cuenta además los recientes estudios sobre la diversidad y estructura genética de las poblaciones de Castilla-La Mancha (Almodóvar et al. 2015).