Revista Medio Ambiente
Revista Medio Ambiente Castilla-La Mancha
La Revista Medio Ambiente Castilla-La Mancha es una publicación gratuita editada por la Consejería de Desarrollo Sostenible.

Los Cernícalos de San Carlos del Valle

Un tesoro alado en el corazón de Castilla-La Mancha
Biodiversidad
02 de Julio de 2025
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Hembra de Cernícalo primilla (Falco naumanni).
Hembra de Cernícalo primilla (Falco naumanni).
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San Carlos del Valle

San Carlos del Valle, conocido cariñosamente por sus habitantes como “El Cristo”, es un pequeño pueblo de la provincia de Ciudad Real que, en su aparente sencillez, guarda secretos de una riqueza natural inestimable. En los últimos años, este rincón manchego ha sido testigo de un notable incremento en la población de cernícalos, un fenómeno que ha despertado el interés de naturalistas, biólogos, ciudadanos y habitantes locales por igual.

Estos pequeños halcones, que han decidido compartir su vida con nosotros, se han convertido en un símbolo de la biodiversidad y un recordatorio de la importancia de la conservación en tiempos de cambio climático.

Los cernícalos, con su vuelo ágil y su capacidad para quedarse suspendidos en el aire, son un espectáculo fascinante.

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Cernícalo sobre un árbol

Los cernícalos, con su vuelo ágil y su capacidad para quedarse suspendidos en el aire, son un espectáculo fascinante. En España, conviven dos especies que se han adaptado a la cercanía del ser humano: el Cernícalo común o vulgar (Falco tinnunculus) y el Cernícalo primilla (Falco naumanni). Ambos son testigos del equilibrio entre la naturaleza y las comunidades humanas, y su presencia en San Carlos del Valle cuenta una historia de éxito en la conservación y gestión del entorno.

El cernícalo común, de mayor tamaño, destaca por su cabeza relativamente más voluminosa y tarsos más largos y robustos. Sus uñas negras lo diferencian del cernícalo primilla, cuyas uñas son de un tono más claro. En cuanto a su apariencia, el macho del cernícalo común luce un dorso y una cabeza moteados, mientras que el macho del primilla presenta una espalda de color anaranjado y un pecho con pocas manchas oscuras, que parecen goterones, lo que le confiere una apariencia más limpia y elegante.

Las hembras de ambas especies son casi idénticas, lo que complica su identificación, pero una mirada atenta a sus uñas permite diferenciarlas: negras en el común, blanquecinas en el primilla. Este detalle, aunque pequeño, es significativo para los observadores de aves que buscan distinguir entre estas dos especies.

Una de las características más fascinantes de estos halcones es su habilidad para cernirse, una técnica de vuelo que les permite quedarse quietos en el aire. Tanto los cernícalos comunes como los primillas son expertos en esta sofisticada maniobra. Al aletear o colocarse contra el viento, pueden mantenerse suspendidos en el aire mientras localizan sus presas en el suelo.

Esta capacidad es fundamental para su éxito como cazadores y es una de las muchas adaptaciones que los han convertido en sobrevivientes resilientes en un entorno en constante cambio.

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Pareja de Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) posada en una rama
Pareja de Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) posada en una rama.

Este año, la población de estas aves en San Carlos del Valle ha experimentado un notable incremento, especialmente en dos lugares emblemáticos: la Iglesia del Santísimo Cristo del Valle y los campos circundantes. Estos dos entornos han ofrecido un hogar seguro para los cernícalos primilla y comunes, respectivamente, demostrando cómo la conservación activa puede traer beneficios tangibles a la biodiversidad local.

La Iglesia del Santísimo Cristo del Valle, un monumento histórico de gran relevancia, ha servido como un santuario para los cernícalos primilla. Esta iglesia, construida entre 1723 y 1739 sobre el anterior santuario ermita de Santa Elena, es un lugar cargado de historia y espiritualidad. En la primavera pasada, se registraron 17 nidos en sus paredes, de los cuales nacieron más de 33 polluelos. Esta colonia es un reflejo de la naturaleza social de los cernícalos primilla, que prefieren vivir en compañía, formando colonias que pueden llegar a contar con más de 100 nidos.

 

Sin embargo, el primilla se encuentra en una situación crítica. Incluido en el listado de especies en peligro, ha sufrido una caída en picado de su población, perdiendo más del 40% en las últimas décadas. Este declive se debe principalmente al cambio en el modelo de explotaciones agrarias, que ha alterado significativamente su hábitat natural.

En contraste, los cernícalos comunes son aves más solitarias, que anidan alejados de sus congéneres, defendiendo amplios territorios de los que expulsan a sus rivales. En las afueras de San Carlos del Valle, gracias al esfuerzo desinteresado de personas voluntarias, se han instalado siete cajas nido específicas para los cernícalos comunes. Cuatro cajas fueron ocupadas con éxito, albergaron a más de quince polluelos. Los voluntarios, apasionados por la conservación y la protección de la naturaleza, dedican incontables horas a monitorear y mantener estas estructuras, asegurándose de que cada polluelo tenga las mejores oportunidades para sobrevivir.

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Pareja de Cernícalo primilla (Falco naunanni) en época de apareamiento
Pareja de Cernícalo primilla (Falco naunanni) en época de apareamiento.

El compromiso de estos voluntarios no termina con la instalación de las cajas nido. También realizan labores de anillamiento de las crías, un proceso crucial para el estudio y conservación de estas aves. El anillamiento permite a los biólogos y naturalistas recopilar información valiosa sobre los cernícalos, como sus patrones de migración, tasas de supervivencia y éxito reproductivo. Este trabajo, aunque laborioso, es realizado con gran cuidado y pasión, demostrando el profundo compromiso de estas personas con la protección de la biodiversidad. 

La conservación de los cernícalos en San Carlos del Valle no solo tiene un valor intrínseco como parte de la biodiversidad, sino que también ofrece beneficios concretos para el ecosistema local y la comunidad humana. 

Tanto los cernícalos comunes como los primilla desempeñan un papel crucial en el control de plagas. Al alimentarse de pequeños mamíferos e insectos, ayudan a mantener el equilibrio ecológico y reducen la necesidad de utilizar pesticidas, lo que a su vez beneficia la salud del suelo y de los cultivos.

Estas aves son excelentes indicadores de la salud del medio ambiente. Su presencia y éxito reproductivo reflejan la calidad del hábitat y la disponibilidad de recursos.

La historia de los cernícalos en San Carlos del Valle no solo es un testimonio de la belleza de estas aves, sino también una ventana al impacto del cambio climático en las especies migratorias
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Cernícalo posado sobre una rama

Un aumento en la población de cernícalos puede ser señal de un ecosistema saludable y bien gestionado.La historia de los cernícalos en San Carlos del Valle no solo es un testimonio de la belleza de estas aves, sino también una ventana al impacto del cambio climático en las especies migratorias. Los cernícalos primilla, en particular, son muy sensibles a los cambios en su entorno.

Su patrón de migración, que los lleva desde España hasta África cada año, depende de la disponibilidad de alimentos y de condiciones climáticas favorables en ambos extremos de su ruta. A medida que el clima cambia, los cernícalos pueden enfrentarse a nuevos desafíos, desde la escasez de alimentos en sus sitios de cría hasta condiciones adversas en sus cuarteles de invierno.

A pesar de estos desafíos, los cernícalos han demostrado ser increíblemente resilientes. En años en los que los cultivos y campos hay abundancia de alimento, estas aves pueden criar hasta seis o siete pollos sin problemas. Este ajuste es una respuesta directa a las condiciones del entorno y una muestra de la flexibilidad que ha permitido a los cernícalos sobrevivir en un mundo en constante cambio.

El vuelo de los cernícalos sobre San Carlos del Valle es más que una simple observación de la naturaleza; es un símbolo de esperanza y una llamada a la acción. En un tiempo donde el cambio climático y la pérdida de biodiversidad son temas de preocupación global, la historia de estos halcones en este pequeño rincón de Castilla-La Mancha nos recuerda la importancia de la conservación, no solo como un deber hacia la naturaleza, sino también como una estrategia para mejorar nuestra propia calidad de vida.

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Los huecos de las paredes del Santuario del Santísimo Cristo del Valle son utilizadas por los cernícalos para nidificar
Los huecos de las paredes del Santuario del Santísimo Cristo del Valle son utilizadas por los cernícalos para nidificar

 

Proteger a los cernícalos y su hábitat es esencial para mantener el equilibrio ecológico y como un reflejo de la salud ambiental. A través de esfuerzos continuos de conservación, investigación y educación, San Carlos del Valle puede seguir siendo un refugio para estas magníficas aves y un ejemplo de cómo las comunidades pueden coexistir armoniosamente con la naturaleza.

En última instancia, la presencia de los cernícalos en San Carlos del Valle no solo enriquece la biodiversidad local, sino que también nos recuerda que el futuro de la naturaleza y de la humanidad están inextricablemente ligados.

En un mundo que a menudo parece desconectado de la naturaleza, los cernícalos de San Carlos del Valle y las personas que los cuidan nos recuerdan algo esencial: la vida en todas sus formas merece atención, esfuerzo y respeto.

Cada caja nido instalada, cada polluelo anillado y cada vuelo observado son pequeños pasos hacia un futuro donde el ser humano no sea un intruso en la naturaleza, sino su guardián.

La historia de estas aves y sus protectores no es solo un ejemplo de conservación, sino también una lección de humanidad. Porque en el batir de las alas de un cernícalo hay algo que trasciende lo visible: un mensaje de esperanza, un llamado a cuidar lo frágil y a celebrar lo hermoso.

Y, como las manos que sostienen a un polluelo mientras lo anillan, también nosotros podemos sostener el futuro de la naturaleza con delicadeza y determinación.

Autor de la/s foto/s:
Juan Luis Parejo Martín y Luis García-Cervigón Arroyo
Revista de medio ambiente número 39
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