En definitiva, la finalidad última de la EEA es implicar directamente a toda la ciudadanía en la conservación del medio ambiente favoreciendo los valores y las actitudes necesarias para ello. En este sentido, será necesario fomentar el conocimiento y divulgación de nuestro entorno natural y su valor, así como de nuestras especies emblemáticas; sensibilizar sobre su fragilidad, interconectividad y nuestra dependencia del medio como especie; y concienciar sobre la necesidad de asumir un comportamiento ambiental generalizado en la sociedad que incluya hábitos como la separación de residuos en origen o el uso responsable del agua y la energía y actitudes que favorezcan el consumo responsable, la reducción del desperdicio alimentario, la movilidad sostenible o la lucha contra el cambio climático.
Se pretende llegar a la población en su conjunto, desde el público infantil, destinatario tradicional de las actividades de educación ambiental debido a su proyección de futuro, hasta nuestros mayores, quienes mantienen viva la memoria de un medio rural activo y en sinergia con su entorno. La conservación del medio ambiente es algo que atañe al conjunto de la sociedad y que solo se conseguirá implicándola desde todos los ámbitos sociales (educativo, cultural, ocio) y con todas las herramientas de las que se dispongan.