Conciliar el desarrollo socioeconómico con la preservación del medio ambiente en condiciones adecuadas es, sin duda, uno de los mayores retos a los que se enfrenta la sociedad actual. En una región como la nuestra, en la que la actividad agropecuaria sigue teniendo una importancia vital, es necesario asegurar que la mejora de los aspectos productivos no se traduzca en un riesgo para la calidad de nuestro entorno. La intensificación de las prácticas agrícolas y el uso excesivo de fertilizantes nitrogenados hacen de los nitratos de origen agrario la principal fuente de contaminación difusa de las aguas superficiales y subterráneas. Los posibles efectos de esta contaminación sobre la calidad de las aguas y sobre la salud de las personas motivaron que en 1996 se adoptara a nivel estatal la primera normativa legal para proteger las aguas frente a la contaminación producida por nitratos procedentes de fuentes agrarias. Desde entonces, en aplicación de esta normativa, en nuestra comunidad autónoma se han definido seis zonas vulnerables a este tipo de contaminación, estableciéndose para ellas programas de actuación tendentes a prevenirla y minimizarla. Este es el objetivo del Programa de Actuación aplicable a las zonas vulnerables del que se ocupa uno de los artículos de este número: ofrecer pautas y alternativas para un uso racional de los fertilizantes nitrogenados y para la gestión de las deyecciones producidas en la actividad ganadera, extremando el nivel de precaución en aquellas zonas que por sus características puedan resultar más vulnerables.
También en clave de sostenibilidad, nos ocupamos del proyecto EFLUS, una iniciativa que pretende vincular a las gentes con sus ríos y hacerles partícipes en la conservación de sus aguas y márgenes. Fomentando la colaboración entre distintos Grupos de Acción Local de las provincias de Albacete, Cuenca y Valencia, ligados a las cuencas de los ríos Júcar y Cabriel, este proyecto pretende involucrar a los agentes locales de estas comarcas en la gestión sostenible de las zonas ligadas a los cauces fluviales, persiguiendo a un tiempo la conservación de su diversidad biológica y la calidad de sus aguas, y la puesta en valor de los recursos naturales y culturales vinculados a estos ríos, como un medio más para conseguir un desarrollo socioeconómico sustentable.
En la sección dedicada a la Red de Áreas Protegidas, nos ocupamos de la Reserva Fluvial del Río Pelagallinas, un espacio protegido localizado en el noroeste de Guadalajara que quedará pronto incluido en el futuro Parque Natural que englobará a las sierras del cuadrante noroccidental de la provincia de Guadalajara. Se trata de un espacio que tiene como eje principal el curso del río Pelagallinas, un río típicamente montano que permite el desarrollo de un hábitat tan valioso como raro y escaso en el contexto castellanomanchego
También en Guadalajara se encuentra el Parque Natural del Alto Tajo, espacio al que prestamos una especial atención en este número dentro de la sección de Educación Ambiental, por una iniciativa que lleva funcionando desde 2006 con gran éxito: se trata de las Geo-rutas del Alto Tajo, un conjunto de itinerarios que pretenden acercar a los visitantes la gran riqueza y diversidad geológica que atesora este Parque Natural, intentando hacerles comprender los procesos geológicos que han modelado este entorno tan singular. Sin duda una apuesta por una disciplina tan atractiva como desconocida para muchos, que esperamos que sirva para despertar el interés del público.
Por último un agradecimiento y una convocatoria. El agradecimiento para los primeros participantes en la sección “Y tú, ¿cómo lo ves?”, con cuyas fotografías inauguramos de forma efectiva esta sección. Y la convocatoria para la Convención sobre Cambio Climático y Sostenibilidad que tendrá lugar los próximos 6, 7 y 8 de febrero en Albacete, y que contará con la participación de alguno de los principales expertos a nivel mundial en la materia.